Es tiempo y momento de nada.
De dejar pasar los días,
de no esperar respuestas.
Es tiempo de apagar las llamas
y acallar el grito de las ascuas
que arden siempre en mi.
Es el momento de la pausa,
de dejar de pensar,
de soñar entre horas
y de agonizar la marcha de la brisa
que me hace más humano.
Dejaré lugar al sinsentido,
al conformismo y al hastío de la vida.
Dejaré que cabalguen sobre mi la inmundicia y el ego,
los deseos carnales, la avaricia, el apego.
Andaré por el camino
deshonesto de la máxima derrota.
Caeré abatido y sentiré el calor
del regocijo entre la mierda.
No habrá llanto ni horror.
Podré incluso reír como ríe
el demonio en el infierno.
Me ahondara la sordera y perderé
mi juicio.
No seré por siempre este parásito,
eso aún lo creo, pero debo esperar.
La aguja aún está en pausa.
Aún es tiempo de desdicha,
de mentes podridas.
Momento de nada
de absurdos e incoherencias.
Yo seguiré de pie
contemplando el marchar de la brisa
que me hacia más humano,
que me hizo volar,
que vencía la indecencia.
Esperaré mirando el marchar de la brisa.
Esperaré añorando el olor de la brisa.
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